He desayunado con Iván. Hemos paseado, charlado, reido. Hasta me cogió de la mano. Solo lo hizo para que cruzara un paso de cebra corriendo. Pero a mi se me erizaron hasta los pelos de la nuca. Pero nunca más le voy a volve r aver. Porque me gusta. Mucho muchísimo. Y si mi padre se enterara se sentiría muy deshonrado. Así que la mañana ha sido fascinante pero la tarde ha sido derrumbadora. No me moví del sofá... y Mon intenta levantarme el ánimo, pero no sabe cómo. Es muy tierno cómo una tía tan bruta intenta hacer sonreir a alguien.
Estoy terriblemente avergonzada. Desde que he llegado aquí empeizo a adoptar las costumbres españoles como mías. Y me encantaría pasear sin problemas de la mano con Iván. Y llevar falda. Y maquillarme. Un vez, hasta pensé en quitarme el hiyab. Y nunca he de olvidar de donde soy. Cual es mi cultura. Cual es mi Dios. Pensar por un momento en engañar a mi padre me consume por dentro. Ojalá estuviera aquí mi madre.
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